Pasión por el Chocolate

Nacía apenas el siglo XVII cuando el chocolate, celosamente guardado por el Gran Tribunal de España, entra en los Países Bajos españoles, en lo que es la actual Bélgica. Este negro y untuoso placer había sido traído al viejo continente por Hernán Cortés que vio en él un poderoso energético: "Una sola taza fortalece tanto al soldado que puede caminar todo el día sin necesidad de tomar ningún otro alimento". decía el gran capitán español en una misiva a Carlos V. Además, por aquellas épocas, el chocolate que se consumía en lo que hoy es el Yucatán mexicano gastaba fama de afrodisíaco. A1 menos él gran Moctezuma lo tomaba con miel y con toda clase de especias y excitantes, no sólo para mejorar su sabor amargo, sino también para añadirle las virtudes amatorias que se le atribuían. Se mezclaba con vainilla, pimienta macazuchil y se tomaba sobre conchas de tortuga.

 
 

Pero el primer europeo que tuvo contacto con el cacao no fue Cortés, sino cl descubridor, Cristóbal Colón. En su cuarto viaje, hablamos de 1502, Colón tropezó con un grupo de indígenas que comerciaban valiéndose de unas semillas que llevaban en su hotem -bolsa de cuero enlazada al cuerpo y que utilizaban como moneda de cambio. Eran, naturalmente, semillas de cacao. Curiosamente, también se usaban para preparar una bebida, el abuelo de nuestro chocolate. Las instrucciones para la preparación del chocolate a partir del cacao quedan registradas en una crónica de 1530 aproximadamente: "Se toman treinta almendras (de cacao) por un cuarto de agua, se tuestan y se trituran hasta que se obtiene una masa fina. A continuación se añade colorante rojo anaranjado natural y normalmente se mezcla con especias".A esta primitiva receta se sumaría luego la costumbre de añadir azúcar, además de vainilla, lo que iba a permitir que, definitivamente, el chocolate conquistase los paladares europeos.

   

En Bélgica los maestros chocolateros empiezan a destacar entre sus colegas ingleses, franceses y suizos. Los primeros artesanos de reconocido prestigio fueron abriendo sus tiendas a partir del siglo XIX. Otros lo hicieron a principios del XX. Así. Neuhaus fundó su casa en 1857; Cóte d'Or, en 1870; Jacques, en 1893; Callebaut., en 1911; Godiva, en 1920, y Leonidas, en 1931. Fue el hijo de Jean Neuhaus, Frederic, el inventor de los actuales pralinés, chocolates que envuelven almendras o avellanas tostadas o cualquier otra dulcísima delicatesen para conseguir que el chocolate, un placer en sí mismo, sea una auténtica sinfonía de notas sápidas con las que regalar a los más exigentes paladares. Y es que en este país se rinde culto a este caldo que los americanos precolombinos preparaban con el sabroso nombre de xocoatl. A la vuelta de cualquier esquina encontrará el viajero una pastelería o, un poco más allá, una chocolatería. Este es un país de golosos y a su maravillosa pastelería une el sublime arte de fabricar chocolates de todas las formas, sabores y texturas. Chocolate a la menta, a la naranja; chocolate con licor; chocolates rellenos de mazapán; chocolates negros, blancos, con leche, con galletas; pralinés de todas clases... recetas maestras que sólo se encuentran en un lugar muy determinado como, por ejemplo, una especialidad capitalina, el Baiser de Bruxelles (Beso de Bruselas) que no es sino la huella de una bonita boca, hecha con chocolate, rellena de una típica galleta belga. .

 
 

 Lugares como Planéte Chocolat, muy cerquita de la Grand Place de Bruselas (Ruc du Lombardstraat, 24), hacen honor a su nombre y muestran una galaxia de pralinés y chocolates de vanguardia además de organizar una serie de actividades entre las que destacan los vespertinos bailes del té, los domingos, o los "Happy Dance" con música de los p0/60 cualquier tarde. Un clásico, Wittamer, fundada en 1910, en la Place du Grand Sablon; Godiva, fundada también en los años 20, en la calle Chaussée de Charleroi, 11, pero con tiendas por toda Bélgica, lo mismo que Leonidas cuya tienda más céntrica en Bruselas está en el 34 de la Rue au Beurre; Jacques está en la Place Saintclette, 2 o el Museo del Cacao y el Chocolate, situado en la misma Grand Place, creado por la señora Draps, tercera generación de una familia de chocolateros.Pero no sólo en Bruselas se, pueden degustar los más variados chocolates. en otros lugares de esta dulce geografía hay establecimientos tan tradicionales y excelentes como los de la capital. En Amberes, se puede visitar Burie en la calle. Korto Gasthuisstraat. 3., cuyo promotor, Nans Buric, empezó trabajando en el salón de su casa y abrió su primera tienda en Answerp,en 1904. En la universitaria Lovaina, la chocolatería Racts Putseys, situada en Bonogenotenlaan. 85. Y en la medieval y hechizera Brujas, también hay un museo dedicado a los secretos del cacao y sus derivados Choco Story. The Chocolate Museum. en el 7B de St. Janstraat.

   

Y recuerde que en Bélgica. como en la mayor parte del mundo occidental; hay dos fechas en las que es costumbre regalar chocolates: Navidad y Semana Santa. En este país es tradicional que el 6 de diciembre, día dé San Nicolás (no confundir con Santa Claus), l05 niños reciban, junio a los juguetes, deliciosas figuras de los más variados tipos de chocolates.

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